SANTA CRUZ DE MOMPOX

Mompox es un antiguo municipio del departamento de Bolívar, localizado en una extensa y hermosa isla fluvial que se forma entre los brazos de Mompox y Loba del gran río Magdalena. Es una joya de la arquitectura colonial que se conserva casi intacta debido al aislamiento en que vive desde hace aproximadamente 130 años. Para ir alli hay que hacerlo vía Magangué o El Banco, las poblaciones más cercanas donde sí llegan aviones y carreteras pavimentadas.

Todo el interesado en llegar por Magangué, debe arribar primero al puerto de esta ciudad, también a orillas del Magdalena, y allí decidir si quiere llegar a Mompox por la puerta principal o por la entrada de servicio. Antiguamente, quienes construyeron esta villa la dotaron, al igual que cada una de las inmensas casonas que posee, de una fachada con una puerto principal, un zaguán y otras entradas laterales.

La puerta principal y su correspondiente zaguán, que los antiguos pobladores y viajeros utilizaron por casi más de tres siglos, está representada simbólicamente por una ancha escalinata que sube del río hasta una vieja edificación, cuyo gran pórtico sirve de tránsito entre las aguas del Magdalena y la Plaza Real y Mayor de la Concepción.

Llegar directamente a Mompox por el río, desembarcar en las escalinatas y luego atravesar el pórtico, es disfrutar del más bello espectáculo de bienvenida que ofrece esta noble ciudad: conducir al viajero al pasado para evocar con nostalgia sus días de gloria.

La puerta de servicio, hoy convertida en entrada principal, es un largo camino mitad agua y mitad tierra, y lleno de incomodidades, que se inicia en un extremo de la isla y termina en una de las entradas laterales de Mompox. Quienes deciden ingresar por ahí, deben tomar una chalupa o un lanchón de carga y pasajeros en Magangué, navegar hasta Bodega, un caserío ubicado en una orilla de la isla, y allí abordar uno de los desvencijados camperos que prestan el servicio de transporte hasta el centro de Mompox, por una ancha carretera llena de polvo en el verano, y un lodazal en el invierno.

Ingresar por esta puerta tiene también su encanto. El viajero tiene la oportunidad de conocer un poco mejor el interior de la isla: se pasa por otros pueblos, se disfruta de otros paisajes y se observa a los campesinos en sus faenas cotidianas,

Por su cercanía al mar y por estar ubicada en la región donde las aguas de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y Cesar se reúnen y dan origen a un sinnúmero de ciénagas, caños y pantanos, un intenso calor cobija a todos los habitantes de la isla. Día y noche toda clase de animales y bichos se pasean libremente por los rincones de la ciudad.

La población de Mompox ha desarrollado una doble cultura: una del agua y otra de la tierra. Unos derivan su sustento de actividades productivas en los ríos y ciénagas. Y otros, de su participación en labores de ganadería, agricultura, comercio y artesanía.

El mayor encanto arquitectónico de Mompox está en sus tres calles principales, que corren paralelas al río e imitan sus suaves ondulaciones: La Albarrada, La Real del Medio y la de Atrás. La Albarrada, contigua a una extensa muralla que separa las aguas del río de la fachada general de la ciudad, está sembrada con grandes árboles que refrescan el ambiente; la Real del Medio abarca la parte arquitectónica más importante y tradicional de la ciudad; y La de Atrás, tiene el atractivo de que por ahí se llega al cementerio municipal, el lugar de culto religioso más visitado por sus habitantes, y donde reposan sin discriminación alguna marqueses, militares, religiosos, intelectuales, artesanos y gente del común. .

La mayoría de las casas que albergan estas tres calles, parecen copias de antiguas mansiones sevillanas: casonas grandes y sólidas de mampostería de un solo piso, tejados de barro cocido, altos frentes, encumbradas tapias, elevados andenes, grandes ventanas y balcones, anchos zaguanes y portones, y amplios patios y traspatios interiores repletos de árboles y flores,

Entre todos los elementos estructurales de su antigua arquitectura, impactan especialmente los detalles hechos de hierro forjado, madera tallada y barro cocido, que ponen de manifiesto la existencia e importancia que ha debido tener un amplio gremio de artesanos especializados en diferentes oficios desde tiempos. de la Colonia.

Posee además seis iglesias antiguas, edificadas minuciosamente durante años, algunas en perfecto estado de conservación y otras en proceso de deterioro, que tienen el sello inconfundible de las construcciones del siglo XVII, como se puede apreciar en la iglesia de Santa Bárbara, la joya arquitectónica y cultural más querida por todos los momposinos.

El principal vehículo de transporte dentro de la ciudad es la bicicleta. Casi todos se desplazan a los lugares de estudio, trabajo y residencia pedaleando. Los momposinos conducen sin prisa, se detienen para saludar y se juntan a otros para charlar mientras hacen su recorrido. Todo está cerca, al doblar la esquina, al otro extremo de la calle. Los pocos burros y bueyes que todas las mañanas recorren las calles, llevan sobre el lomo canastos de bejuco repletos de pescado, frutas y verduras, y son el mercado ambulante más tradicional de los campesinos de la región. Sólo en apariencia la vida de la gente de Mompox es sumamente tranquila y casi ascética: la gran mayoría es amiga de la bulla y el jolgorio, Las celebraciones solemnes son inclusive bastante movidas y alegres. Cuando el momposino no está con su familia, está en compoñía de los amigos, los compañeros de trabajo o los miembros de una cofradía religiosa, política o literaria, El momposino es muy activo e inquieto. Siempre participa en algo, se prepara para la Semana Santa, analiza y crifica el acontecer político local y nacional, o escribe y lee ensayos y poesías.

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