La abundancia del oro que llegaba por el río permitió el temprano desarrollo del oficio de la orfebrería en Mompox. Para los dueños de los metales era muy favorable encomendar a artesanos locales la fabricación de objetos de oro y plata, que por aquel entonces eran necesariamente importados de Europa a precios supremamente altos. Los comerciantes, luego de tasar y pagar el Quinto Real que exigía la Corona, entregaban el oro en bruto a los orífices de su confianza para que lo transformaran. El Quinto Real era el impuesto que la Corona española reclamaba para si de todo el mineral precioso que se extraía de América.

Los primeros maestros orfebres que hubo, probablemente llegaron tan pronto la ciudad se convirtió en una de las más prósperas e importantes del Nuevo Reino. Algunos han debido arribar junto con aquellas ricas familias y comerciantes que se mudaron hasta allí en busca de riqueza y seguridad. Otros, llegaron un poco más tarde y directamente de España, Portugal y otros lugares de Europa, atraídos por las noticias acerca de la abundancia de metales preciosos y la idea de buscar en estas tierras un mejor porvenir,

Junto con éstos, llegaron alarifes, herreros, carpinteros, ceramistas y otros artesanos, enormemente influenciados por la cultura árabe, de lo cual dan te muchas de las obras que se conservan desde entonces en Mompox.

La iglesia católica en su proceso de evangelización, requirió del trabajo de los orfebres ya que los templos, conventos y misiones que construía, exigían la dotación de toda clase de objetos litúrgicos: sagrarios, custodias, cálices, copones, vinajeras, atriles, incensarios, navetas, calderetas, campanillas y cruces procesionales. .

Los servicios de los orfebres también fueron solicitados por las distinguidas familias que habitaron en Mompox: marqueses, condes, comerciantes, militares y otras autoridades civiles de la Corona española. Estos personajes, motivados por la presencia del oro que circulaba como moneda en las distintas transacciones comerciales, pidieron a los orfebres la producción de una serie de objetos de uso suntuario y doméstico que estuvieran a la altura de su rango social y poder económico: joyas, medallones, escudos, botones, hebillas, charreteras, empuñaduras de bastón, sables, cuchillos, estribos, espuelas, vajillas, cucharones, cubiertos, copas y palanganas de afeitar, entre otros.

De estos primeros orfebres, y sólo cuando las leyes españolas lo permitieron, aprendieron los orífices momposinos el oficio. Las ordenanzas para la conformación y funcionamiento del gremio, contenidas en la Real Cédula de 1776, exigían que los plateros y batiojas fueran españoles, pero finalmente aceptaban en el oficio, bajo ciertos requisitos, a indígenas, mestizos y mulatos. Ser artesanos era la mejor opción que tenían éstos para vivir con dignidad y también para ascender socialmente. Esta nueva sangre en el gremio fue ocupada inicialmente en la realización de algunas tareas menores, y posteriormente, en labores más complejas especialmente cuando los maestros de los talleres se vieron obligados a confiar plenamente en sus capacidades para poder cumplir con los múltiples encargos que diariamente les eran solicitados.

Pese a que los españoles inicialmente no mostraron ningún interés por conocer algo del trabajo de la orfebrería indígena, cuyo perfeccionamiento podía verse en los distintos objetos saqueados de sus tumbas, algunas técnicas aborígenes sobrevivieron en manos de los nuevos orfebres, quienes, de acuerdo con sus necesidades, las adaptaron, perfeccionaron e incorporaron a las técnicas hispanoárabes.

La técnica orfebre de la cera perdida que dominaron los indígenas desapareció como consecuencia del proceso de destrucción cultural que se ejerció durante el largo período de colonización. Sólo algunas nociones y herramientas se conservaron mimetizadas en las nuevas técnicas traídas por los españoles. La utilización de la mezcla que sirve para el moldeo, preparada con concha de caracol marino molida, calcinada y mezclada con aceite quemado para dar consistencia, es sin duda un rezago de viejas prácticas orfebres de los indígenas,

Pocas son las piezas de la orfebrería hispanoamericana del período colonial que se conservan en Mompox. Lo que queda corresponde a objetos litúrgicos, Joyas de invaluable mérito desaparecieron al ser fundidas por los patriotas durante la lucha de independencia para sufragar los altos costos de la guerra.

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